Tibor Kalman fue uno de los diseñadores más influyentes y provocadores del siglo XX. Nacido en Hungría en 1949 y emigrado a Estados Unidos, Kalman desafió desde muy temprano las normas tradicionales del diseño gráfico. Su enfoque radical, crítico y activista rompió los esquemas del diseño comercial tradicional, al que consideraba vacío si no tenía una postura ética o política. Fue un firme defensor de que el diseño debía ser una herramienta de cambio social, y no solo una vía para embellecer productos o vender más.
Fundó el influyente estudio M&Co en Nueva York en los años 80, un espacio desde donde redefinió el diseño editorial y de identidad visual con una estética audaz, un fuerte componente conceptual y un humor característico. M&Co trabajó con marcas como Talking Heads, David Byrne, Esquire, y muchos otros, creando piezas que mezclaban arte, ironía y compromiso.
Pero fue con la revista Colors, que fundó junto a Oliviero Toscani para la marca Benetton en 1991, donde Kalman dejó una huella imborrable. La revista, que él dirigió hasta 1995, se convirtió en una plataforma editorial visualmente impactante que abordaba problemáticas como el racismo, la pobreza, la migración, el VIH o la guerra, con imágenes provocadoras y un diseño editorial que desafiaba las normas establecidas. Kalman no tenía miedo de incomodar si eso significaba poner temas importantes sobre la mesa.
Su filosofía partía de una idea clara: el diseñador debe tomar posición. “La gente que dice que el diseño no tiene nada que ver con la política está mintiendo”, afirmaba. Esta visión lo convirtió en una figura admirada y temida, pero indiscutiblemente influyente. Su trabajo siempre buscó tensar la relación entre estética y ética, entre función y mensaje, entre belleza y verdad.
A pesar de su temprana muerte en 1999 a causa de un linfoma, su legado sigue vivo. Tibor Kalman no solo dejó una importante obra gráfica, sino también una manera distinta de pensar el diseño: como un medio para transformar el mundo. Su historia inspira a generaciones de diseñadores a preguntarse para qué y para quién están creando. En una industria muchas veces dominada por la complacencia, Kalman sigue siendo un faro para aquellos que creen en el poder del diseño como catalizador de conciencia y cambio.