En una época en la que las pantallas eran frías, los píxeles rígidos y los ordenadores hablaban en códigos incomprensibles, Susan Kare les dio algo esencial: humanidad.
Fue la mente creativa detrás de los primeros íconos, tipografías y gestos visuales del Macintosh de Apple en los años 80, y sin saberlo, definió el lenguaje visual con el que interactuamos con la tecnología hasta hoy.
Antes de que existiera el diseño UX, Susan Kare ya lo practicaba con lápiz y papel cuadriculado.
1. Los comienzos: del arte al píxel
Nacida en 1954 en Ithaca, Nueva York, Susan Kare se formó como escultora y artista.
Su visión artística provenía del dibujo y del arte conceptual, no de la informática.
Pero esa distancia sería precisamente su ventaja: cuando Steve Jobs la contrató para el proyecto Macintosh, Kare no veía números ni sistemas, veía rostros, gestos y metáforas visuales.
Su primer trabajo en Apple consistió en crear un lenguaje gráfico que tradujera la complejidad técnica en símbolos comprensibles.
Armada con una cuadrícula de papel milimetrado, comenzó a diseñar pixel por pixel los primeros íconos de la historia moderna de la informática: el bote de basura, el reloj, la mano apuntando, el icono de “Guardar” con forma de disquete y la célebre “Happy Mac” que saludaba al encender el ordenador.
Kare no solo diseñó íconos: diseñó una forma de pensar la tecnología como algo amable.
2. El diseño como puente entre humano y máquina
Cada símbolo creado por Kare tenía una intención emocional.
Mientras los ingenieros programaban funciones, ella diseñaba puertas visuales que permitían al usuario entenderlas sin necesidad de leer un manual.
Su filosofía era simple pero revolucionaria:
“Si la interfaz es la cara de la computadora, debe sonreírte primero.”
Gracias a esa visión, Apple se distinguió no solo por su innovación tecnológica, sino por su personalidad visual.
El diseño de Kare ayudó a convertir el ordenador personal en un compañero cotidiano y no en una herramienta intimidante.
El diseño no solo organiza; también tranquiliza.
3. El nacimiento de un lenguaje universal
A principios de los 80, cada empresa tecnológica desarrollaba sus propias interfaces sin criterios visuales definidos.
Susan Kare fue quien estableció los fundamentos del diseño de íconos modernos:
Claridad en un espacio mínimo.
Humor visual y empatía.
Simbolismo universal.
Tipografía como identidad emocional.
Diseñó también fuentes míticas como Chicago, Geneva, Monaco y Cairo, que definieron la estética digital de toda una generación.
La tipografía Chicago, usada más tarde en el iPod, se convirtió en símbolo del minimalismo funcional de Apple.
Kare enseñó que una cuadrícula de 32 píxeles puede transmitir más emoción que un párrafo entero.
4. Más allá de Apple: legado y evolución
Tras su paso por Apple, Susan Kare trabajó con Microsoft, IBM, Sony y Pinterest, aplicando su enfoque humano al diseño digital.
Su visión influyó en toda la disciplina del UX Design y del diseño de interacción.
A diferencia de muchos diseñadores centrados en la forma, Kare siempre se preocupó por la intención detrás de cada elemento.
Para ella, un buen diseño debía ser como un buen cartel urbano: visible, comprensible y empático.
Sus iconos siguen presentes en las interfaces actuales, reinterpretados pero fieles a su esencia.
Su arte no envejece porque fue pensado desde la empatía, no desde la moda.
5. Filosofía de diseño: simplicidad emocional
Kare resumió su proceso creativo con una frase que hoy define a la disciplina UX:
“Empieza con lo que la gente entiende.”
Sus principios siguen siendo referencia para diseñadores de todo el mundo:
Diseñar para la intuición, no para la instrucción.
Construir metáforas visuales que transmitan acción.
Evitar adornos y centrarse en propósito.
Usar el humor y la empatía como guías estéticas.
Estos valores la convirtieron en pionera del pensamiento centrado en el usuario mucho antes de que existiera ese término.
6. El legado invisible que todos usamos
Cada vez que pulsas un botón, vacías una papelera digital o abres una carpeta, estás utilizando un fragmento del universo de Susan Kare.
Su obra demuestra que el diseño invisible es el más poderoso: aquel que no se nota, pero que guía cada acción.
Sus iconos fueron los primeros en democratizar el acceso a la tecnología a través del diseño, abriendo un puente entre el lenguaje humano y el digital.
Ella no diseñó para máquinas; diseñó para personas que aún no sabían cómo hablar con ellas.
Conclusión: el alma detrás del píxel
Susan Kare cambió el rumbo de la historia visual sin levantar la voz.
Su trabajo es la prueba de que la empatía puede ser una herramienta tecnológica, y que el diseño no necesita gritar para ser revolucionario.
Gracias a su sensibilidad, el ordenador dejó de ser una caja fría para convertirse en un espacio amable y comprensible.
En Esbozo, su historia nos recuerda que cada icono, cada tipografía y cada gesto visual puede tener alma si quien lo diseña entiende a quién va dirigido.
Porque en el fondo, el mejor diseño no se impone: te sonríe.
Susan Kare no humanizó las máquinas: nos humanizó a nosotros frente a ellas.
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